Pedro Nel Valbuena
A propósito del día internacional del trabajo, después de 234 años de su postulación en la ciudad de París, es importante preguntarse ¿Cuáles son los retos para los jóvenes en el ámbito de trabajo? Según la OIT, los jóvenes entre 15 y 24 años representan cerca del 42% de la fuerza laboral global. Sin embargo, no deja de ser complejo la situación actual y el futuro del mercado laboral para los jóvenes.
La ampliación de la oferta de formación en todos los niveles de educación, ha creado una atmósfera compleja para los jóvenes del siglo XXI. Como en ningún otro tiempo, los jóvenes deben enfrentarse a una mayor competencia, en un escenario donde la brecha considerable entre la oferta y la demanda de trabajo es cada vez más amplia. La alta competitividad y la necesidad permanente de una mejor calificación son el pan de cada día para un joven de un país de altos ingresos, una economía emergente o un país de bajos ingresos. Incluso, en economías desarrolladas los jóvenes sienten una menor motivación o incentivos para insertarse en el mercado laboral.
El observatorio: Australian Youth Employment Observatory, afirmó que, los jóvenes que optan por no participar de la fuerza laboral se constituyen en un fenómeno creciente y de gran preocupación pública, especialmente, cuando no llevan a cabo alguna forma de capacitación o, desarrolla alguna actividad productiva. Una forma de atacar estos problemas, es mediante políticas más allá de la formación, como el acompañamiento a la vocación profesional y un adecuado proyecto de vida, focalizado especialmente, a los jóvenes entre 19 y 24 años. Por ejemplo, Australia ha intensificado sus programas después de la pandemia:
“Estamos entrenando a los jóvenes, ya sea con apoyo laboral. Estamos utilizando herramientas para aumentar su autoconciencia, estableciendo objetivos para que alcancen sus metas, o simplemente apoyándolos en el camino”. Comentario de Jenna McIntyre. Senior Case Worker.
Hay que tener en cuenta que la dinámica de la industria global y de la organización del trabajo, han creado un ambiente altamente cambiante y volátil, con poca estabilidad en los puestos de trabajo. Esta es una percepción generalizada entre los jóvenes, creando un aura de ansiedad colectiva sobre el futuro, sus vidas; obligados a estar en un ambiente de continuo cambio, de transformación permanente de las habilidades y herramientas para el trabajo, así como su desarrollo personal y profesional.
La inestabilidad laboral es un patrón recurrente y profundizado por las relaciones del trabajo global. Uno de los escollos que profundiza este fenómeno, lo constituye la falta de experiencia y las condiciones limitadas de las economías para favorecer este proceso. Profundizado por la limitada flexibilidad de las instituciones de educación y los gobiernos, para actualizar y consolidar calificaciones laborales acordes al desarrollo tecnológico y los nuevos entornos culturales del trabajo global.
El Youth Employment Observatory in Asia and the Pacific, ha sido enfático que, después de la pandemia los jóvenes se enfrentan a mayores vulnerabilidades y desigualdades en el mercado laboral, aumentando las probabilidades de estar desempleados, más que los adultos, así como ocupaciones en ramos con altas tasas de contratación informal.
“Seúl está tan densamente poblada. La competencia comienza tan joven allí. Mi corazón está roto, al pensar en aquellos que son trabajadores dedicados, educados y duros que quieren trabajar, pero no pueden encontrar un trabajo. ¿Alguna vez esto mejorará?” Opinión de un joven coreano sobre el desempleo juvenil.
En países de bajos ingresos y economía emergentes, sigue siendo un problema estructural la desigualdad de género expresado en la estructura del trabajo, así como inadecuados procesos de inclusión en la vida laboral; que van desde las inequidades de desigualdad salarial, hasta a movilidad dentro de las organizaciones, tanto en los puestos de trabajo como en el gobierno corporativo. Las brechas de género en América Latina, según OIT, en el 2019, para el caso de las mujeres representaba un 24,8% muy por encima del promedio mundial (18,5%), más desalentador en África sub-sahariana (46,6%), y los Países Árabes (40,5%).
Diferentes organizaciones a nivel global han coincidido en que la población juvenil creció a lo largo del siglo, pero, la participación en el mercado laboral se ha reducido notablemente. Una parte de ello, se explica por la necesidad de un mayor número de jóvenes preocupados para emprender procesos de acumulación de capital humano, aplazando indefinidamente su decisión de ingresar al mercado laboral. Los Estados deben preocuparse por una mayor inserción laboral de los jóvenes, reduciendo las brechas existentes de género e inclusión, formulando políticas de estado de largo plazo en esta dirección.
La transformación digital y el desarrollo de la IA, demandan nuevas habilidades para los jóvenes. Para muchos de ellos es difícil acceder a una formación de calidad que les permita responder a estos retos; derivado de las condiciones sociales, económicas, culturales, geográficas y políticas. La automatización y el uso intensificados de robots, van a desplazar sensiblemente el trabajo humano. La OIT provee que un gran segmento corresponderá a los jóvenes, que serán sumidos en una mayor informalidad, salarios precarios y dificultades para acceder a una mayor y mejor formación para incrementar el capital humano.
En síntesis, queda una gran tarea a nivel de los gobiernos, orientado a:
Garantizar a la población y especialmente a los jóvenes, una educación inclusiva, equitativa y de calidad, para ello los sistemas institucionales de educación, deben articularse para promover oportunidades de aprendizaje permanente y de acuerdo a las tendencias actuales del mercado laboral.
Promover la igualdad de acceso de todas las mujeres y los hombres en distintos niveles, que redunde en una mejor calidad de vida, bienestar y menor incertidumbre sobre el futuro.
Potenciar y actualizar permanentemente las habilidades relevantes, incluidas las habilidades técnicas y vocacionales, para el empleo, el trabajo digno y el espíritu empresarial, innovador y con vocación social.
Finalmente, la cultura global, no puede pasar por alto que, cerca del 15% de la población migrante entre 19 y 24 años busca mejores condiciones de formación y trabajo. Pero, a la luz de las políticas gubernamentales, los centros económicos de altos ingresos, y de mayor recepción de estos jóvenes; han endurecido las políticas migratorias, dificultando la movilidad, la formación y una mejor vida para estos jóvenes. Debe crearse un modelo global para aprovechar el potencial de los jóvenes, aumentar la productividad en sus lugares de origen, entre otros aspectos estratégicos para garantizarles una vida activa plena, y un futuro deseable.