Inteligencia artificial – estupidez natural

Facebook
Twitter
LinkedIn
Pinterest
Pocket
WhatsApp

Imagen creada por el modelo Dalle-2 para Bing [septiembre de 2023] Prompt: “inteligencia artificial y estupidez”

Con la llegada de Chat GPT, surgen todo tipo de opiniones, preocupaciones y advertencias sobre lo que supondrá este modo de lenguaje operado por la inteligencia artificial. Quizás la mayor particularidad de esta herramienta radica en su capacidad para sostener “conversaciones” con los usuarios y responder diversas preguntas de manera relativamente clara y coherente.

Detractores, defensores y escépticos han expresado preocupaciones válidas al respecto: que existe un gran riesgo en cuanto a la generación y reproducción de contenido falso, ya que, como los humanos, Chat GPT puede mentir, inventar y engañar. También se menciona el robo de identidad, la sustitución de trabajos humanos y el perfeccionamiento en el diseño y fabricación de armas, entre otras. Todas estas preocupaciones legítimas y urgentes.

En medio de este universo de opiniones y argumentos a favor y en contra, esta nota constituye más una provocación antes que un escrito con pretensiones de verdad. En primer lugar, es importante señalar que la inteligencia artificial no es un tema nuevo. El término surgió formalmente en la década de 1950, y desde entonces, hemos desarrollado diversas formas de inteligencia artificial, desde sistemas de geolocalización en nuestros GPS, hasta asistentes de voz como Alexa o Siri que nos evitan encender las luces o poner música de manera manual.

Ahora bien, ¿Qué es lo que realmente inquieta de esta forma particular de inteligencia artificial? Quizás lo más aterrador es que las respuestas de Chat GPT puedan superar en inteligencia a las de un ser humano, y que interactuar con la IA sea más interesante que interactuar con un simple mortal.

En este punto quiero plantear una consideración: la inteligencia artificial de Chat GPT aterra por la “inteligencia” en sus respuestas y diálogos con el usuario, al tiempo que aterra la estupidez natural que se ha vuelto común, incluso aceptable y bien vista, en la vida cotidiana. En cuanto a la estupidez actual, un reconocido escritor y periodista español afirmó:

Siempre ha habido analfabetos, pero la incultura y la ignorancia siempre se habían vivido como una vergüenza. Nunca como ahora la gente había presumido de no haber leído un puto libro en su jodida vida, de no importarle nada que pueda oler levemente a cultura, o que exija una inteligencia superior, mínimamente superior a la del primate (Quintero, 2020).

La estupidez flagrante se ha arraigado y se exhibe con orgullo. Si bien siempre ha habido personas con limitaciones intelectuales, la estupidez actual es la peor, ya que la mayoría de los tontos ha tenido acceso a la educación y sabe leer y escribir, aunque estas habilidades apenas les alcanzan para enviar emoticones o usar el símbolo de multiplicación para evitar la fatiga de escribir una palabra completa.

Si estos serán los futuros interlocutores para tomar un café o discutir un libro o película, no resulta sorprendente preferir mantener una “conversación” interesante con el Chat GPT. A medida que la estupidez natural se extiende, se crea un entorno que la consiente y reproduce. Redes sociales, programas de televisión llenos de frivolidad, influencers compitiendo en patetismo y otros “espectáculos” de miseria intelectual, forman un ecosistema de imbecilidad al que muchas personas desean pertenecer. Se valora lo que es fácil de digerir y repetir, mientras se rechaza de antemano todo aquello que requiera esfuerzo, comprensión o análisis.

No es sorprendente entonces, que en un mundo cada vez más superficial, frívolo, imbécil y excesivamente positivo, la inteligencia artificial pueda predecir y generar respuestas y diálogos más interesantes y lúcidos.

En este contexto, surgen varias paradojas. La primera implica que si la sociedad se vuelve cada vez más propensa a la estupidez y nutre al sistema GPT, ¿Qué podemos esperar de sus respuestas? Sabemos que Chat GPT miente, igual que los humanos, lo que plantea cuestionamientos interesantes y problemáticos a la vez. Si se cree en la información sesgada y prejuiciosa de los imbéciles que alimentan redes sociales, y que de seguro alimentarán al sistema GPT, ¿Qué certezas nos quedan?

La segunda paradoja radica en que, antes que asumir que sistemas como el Chat GPT se conviertan en herramientas que nos van a superar, reemplazar y/o extinguir, deberíamos cuestionarnos acerca de nuestra relación con el conocimiento; revisar nuestra relación con la lectura crítica, el cine y el arte; preguntarnos por nuestras formas de vincularnos afectivamente con otros o con la naturaleza. De otra manera lo más problemático de esta herramienta no será que nos extinga, sino que nos vuelva más estúpidos.

Visite el perfil de autores en nuestro equipo.

Facebook
Twitter
LinkedIn
Pinterest
Pocket
WhatsApp

Deja un comentario

Tu dirección de correo electrónico no será publicada. Los campos obligatorios están marcados con *