Leidy Yolanda González García
Por el término “forma” se puede entender un modo de estar alineado o acorde a un principio, ley o conducta. Su opuesto, el término deforme, por el contrario, supone una suerte de imperfección o defecto respecto a aquello que sí tiene forma. Cotidianamente se escucha hablar de respetar las formas, de mantenerse en forma, de adecuarse a las formas. El efecto de esta positivización de las formas, -de las buenas formas en particular-, ha sido por supuesto un mecanismo para alabar todo aquello que se ajuste a la forma, y desdeñar y/o marginar todo aquello que sea informe o deforme. Lo deforme, por extensión, se asocia a aquello inmoral, ilegal o anormal.
Toda pretensión de formalizar o normalizar encubre sutiles modos de violencia. En términos de Deleuze (2010) se dirá que: “La violencia aparece en todas partes, pero bajo regímenes y economías diferentes”. Pretender que la normalización y/o la formalización sea la única alternativa cuando hablamos de poblaciones o individuos que viven en particulares condiciones laborales “no-formales” bajo condiciones de pobreza, desigualdad o exclusión, supone reconocer cierta incapacidad intelectual y moral para reconocer y comprender fenómenos y realidades sociales que desconocemos en su especificidad y la mayoría de las veces descalificamos.
Según la Organización Internacional del trabajo en América Latina y el Caribe al menos el 50 % de los trabajadores operan en la denominada informalidad laboral, lo cual equivale a unos 140 millones de personas. Para el caso colombiano las cifras no son tan distintas al panorama regional, según el DANE para el año 2022, la proporción de trabajadores informales era del 58%, cifra que equivale a unos 12 millones de trabajadores. Como se sabe, esta cifra no es coyuntural; al contrario, la problemática del desempleo formal ha sido estructural durante décadas.
Las razones que determinan esta tendencia en el caso colombiano -que son múltiples-, se entretejen e implican factores como: equívocas y coyunturales formas de regulación laboral; altos costos en la formalización; incapacidad de los sectores formales para acoger y garantizar empleo digno, entre otras tantas. Ahora bien, superando las cifras y los indicadores, lo que sigue es comprender el concepto de informalidad a la luz del panorama actual y problematizar las dimensiones políticas y sociales que este entraña.
Se dice que el concepto de informalidad laboral se empieza a esbozar por los años 70 en una conferencia ofrecida por el antropólogo Keith Hart. Posteriormente se institucionalizaría por cuenta de la Misión de la Organización Internacional del trabajo. Ante semejante problemática la solución dada por organismos multilaterales, así como por el Estado Colombiano ha sido “formalizarse”; no obstante, dicha “solución” carece de análisis y comprensión respecto a lo que supone hablar de trabajo y de “formas” laborales en la contemporaneidad.
Soluciones simplistas y falaces a problemas complejos y estructurales suelen ser la constante especialmente cuando estas provienen de tecnócratas o economistas imbuidos por la teoría neoclásica. Sin embargo, y a la luz del panorama concreto, hace falta superar la confrontación idealista, que transita en un dualismo ingenuo, entre “bueno” –“malo” y se traslada al dualismo “formal” – “informal” para denostar, al tiempo que excluir, a un grupo poblacional que ha encontrado en las ventas ambulantes una manera de sobrevivir, que han hecho del rebusque una práctica cotidiana ante los obstáculos y dificultades que supone ingresar a la formalidad laboral. Ni qué decir de jóvenes del sector rural que no hallan opciones laborales dignas y justas.
La informalidad laboral existe, es real, expresa su propia forma y complejidad y supera en mucho los simples indicadores. Su existencia se materializa en prácticas concretas y contextualizadas, en horarios y extensas jornadas de trabajo expuestos a la intemperie y la inseguridad, en composiciones geográficas y espaciales de ciudades grandes y pequeñas, en jóvenes obreros de los sectores rurales que no encuentran apoyos gubernamentales para trabajar la tierra, ni condiciones de acceso digno a un empleo formal en la ciudad. No basta con advertir que la solución para lo informal es formalizarse. No es suficiente ante las condiciones Estatales, económicas y sociales que rigen en el país y que en nada son conscientes de las realidades profundamente desiguales y adversas que caracterizan la realidad colombiana.
Hoy más que nunca se hace necesario problematizar la categoría Trabajo. Esta categoría como tradicionalmente se ha abordado sigue anclada a una fase industrial y manufacturera de patrones y empleados; sin embargo, el trabajo en la escena actual ha mutado hacia formas mucho más complejas y diversas. La categoría trabajo hoy se ve diluida por la virtualidad, la flexibilidad, el territorio cada vez más dominado por las economías colaborativas, entre otras, con lo cual emergen y se consolidan nuevas labores cognitivas, estéticas, afectivas, instintivas, que otrora no operaban y que exigen particulares analíticas y abordajes entorno a lo que significa la ocupación, el ingreso y la subordinación. Desde luego, esto no implica desconocer el papel que deben cumplir las empresas y su responsabilidad en materia de contratación, pero sí implica explotar el dualismo formal-informal y advertir las particularidades de las nuevas formas laborales para proponer estrategias más conscientes de la realidad y menos marcadas por el sentido común y la obviedad.
Referencias
Deleuze, G., Guattari, F. ([ 1980] 2010). Mil mesetas. Capitalismo y esquizofrenia. España: Pre-Textos.
Departamento Administrativo Nacional de Estadística. (2023). Empleo informal y seguridad social. Recuperado de: https://www.dane.gov.co/index.php/estadisticas-por-tema/mercado-laboral/empleo-informal-y-seguridad-social
Guataquí, J. C., García, A., & Rodríguez, M. (2011). El perfil de la informalidad laboral en Colombia. Documentos de Trabajo, 15.
Organización Internacional del Trabajo. (2022). Economía informal en América Latina y el Caribe. Obtenido de: https://www.ilo.org/americas/temas/econom%C3%ADa-informal/lang–es/index.htm#:~:text=En%20Am%C3%A9rica%20Latina%20y%20el%20Caribe%20hay%20al%20menos%20140,de%2050%25%20de%20los%20trabajadores.